martes, 2 de febrero de 2016

"MAMÁ ESTÁ CANSADA" - Historias de mamás y papás en primera persona

Les recomiendo dedicar 3 minutos para leer este hermoso relato de Analía, una mamá que participa en el grupo de crianza virtual de Dulce Crianza. 


"¡Hola! ¡Buen martes! Hoy me pasó algo con Julia a la mañana y me dieron ganas de escribirlo. Hace mil años que no escribo, me pareció algo raro y especial que me den ganas tan de repente, así que lo comparto. Quizás se sientan indentificadas, ¡les mando un abrazo a todas!!!!!
Se despierta y llora. Hago el movimiento automático de todas las noches, dormida: almohada bajo el brazo, remera arriba, teta. Toma. Cierro los ojos y trato de seguir durmiendo; por favor, por favor que duerma un rato más. Pasa el tiempo y termina; rola para la izquierda y vuelve a llorar. Nononono y ¿ahora por qué llora? ¿Será la fiebre que tuvo estos días? ¿La diarrea? ¿Un pedo? ¿Le duele la panza otra vez? No sé. Estiro una mano. No es fiebre. La abrazo, shhhhh shhhh, tranquila Julia, acá está mamá, hacé noni noni. Que duerma, Dios, un rato más. ¿Cuántas veces me desperté anoche? No sé, mejor no saber, esos cálculos son peligrosos. Ya no me acuerdo cuál fue la última vez que dormí de corrido.
No quiere el abrazo ni seguir durmiendo, quiere sentarse en la cama. Ok, que se siente. Hace sonidos de protesta. Miro el celular: 9:36. No es tan temprano, pero no doy más. Ufffff cómo hago para levantarme. No puedo abrir los ojos. Hago el esfuerzo y pispeo qué hace. Está haciendo fuerza. Está cagando. Puta madre, voy a tener que cambiarla. Justo ahora, cuando podía quedarme 1, 2, 3 minutos más, un ratito, un ratito nomás… 
Bueno. Por ahí me equivoqué y no es caca, por ahí no cagó. Y me ilusiono con que siga durmiendo. Vislumbro posibilidades hermosas e irreales, las 11, las 12 del mediodía, aah, qué lindo. La traigo para mi lado y la abrazo otra vez. El olor es indiscutible; tengo que cambiarla. Mejor que espere un rato. 2 minutos. Me doy vuelta y la dejo sentada al lado mío. Otra vez protesta. Quiere salir de la cama, ¿cuánto hace que me está esperando? ¿Cuánto hace que digo 2, 3 minutitos más y sigo recostada?
Me siento. Me mira. Mamá está dormida, Julia. Mamá está cansada, le digo. Agarro el bolso, cambiador, toallitas, un pañal. La acuesto. Le saco la ropa y analizo la cantidad de caca para calcular toallitas y dificultad de la operación. Bien, no volvió a hacer colitis. Bastante sólido, bien, bien, está mejorando. La limpio y me sigue mirando. Está esperando que le hable como todas las mañanas en el cambio de pañal. Está esperando la fiestita mañanera (¿Vamos a cambiar ese pañal? Uuuuh ¡cuánta caca!!! Uuuuh pero qué colita tan linda, ¿y esa pancita? Un beso a la pancita). Pero mamá está callada, ¿por qué mamá no habla? Mamá tiene sueño, Julia, hoy no hay fiestita. Termino y le busco un short. Bueno, listo, ya estás limpita, ahora podés ir a jugar. ¿Querés ir a jugar?
La llevo al living y al piso de goma eva. La siento alrededor de un revoltijo de juguetes, libritos y muñecos. Veo la comidita de juguete desparramada en frente de ella. Mini cucuruchos, platitos, tortitas, latitas de sopa, matecido con bombilla, tenedorcitos… Lo junto, mejor esto se lo saco, a ver si se clava la bombilla o se come una bochita de helado. Puteo por dentro al papá que dejó todo tirado la noche anterior, ¿por qué papá nunca guarda los juguetes? Después me puteo a mí misma por no poder sacudirme el miedo a que se atragante con algo de todo eso. Bueno, Julia, te quedás acá jugando un cachito, mamá se va a recostar unos minutos más porque está cansada.
Me llevo el tupper de comidita de juguete y me voy a la pieza, que está al lado del living. Dejo la comidita en el colchón y me zambullo en la cama boca abajo. Después me hago un rulo. No me voy a dormir, ya lo sé (no me puedo dormir), pero por lo menos cierro un poco los ojos. 1, 2, 3 minutos más. Y fantaseo. Por ahí juega sola media hora, 40 minutos, y yo me vuelvo a dormir y me levanto reconfortada. Por ahí duermo mucho y cuando me levanto tiene 18 y va a la universidad. No, mejor no, no quiero perderme tanto.
Escucho un ruido y sé que me vino a buscar a la pieza. Julia, mamá está acostada. Dejala a mamá descansar un cachito más. Me mira y apoya las manitos en el colchón. En una trae una pava de plástico. La pava se la dejé porque esa no se la puede tragar.
Y vuelve a protestar. ¿Qué querés, Julia? Mamá ya te cambió, estás limpita, podés ir a jugar con un montón de cosas. Pero ella quiere estar conmigo. Agita las manitos y sé que quiere que la suba a la cama. Por qué por qué por qué, cómo es esto de no tener un minuto en paz. Me incorporo y la subo. Me hace un mini llantito. ¿Qué pasa, querés teta? La teta, mi modo de conseguir unos ratos de descanso durante el día. Bueno, a ver. Dale. Abrí la boca. No, más grande la boca, Julia. Nono, ¡me hacés mal así, más grande!! Estos dientes putos que no le salen más. Desde que le salen los dientes toma teta raro. Con la boca más cerrada. Todo el tiempo le pido que abra más la boca para que no me lastime. ¡¡Julia, GRAAAAAAANDE!!! Me mira con cara de llanto y se recuesta en mi pecho. No va a tomar teta, la reté mucho. La cagué, cagué mi micro momento de descanso matutino.
Bueno, sshhhh shhh. Le hago caricias. Mamá tiene sueño. Por eso está de mal humor. Se sienta. Ve el tupper lleno de comidita de juguete. ¿Por qué dejé ese tupper ahí? Saca toda la comidita, está contenta. La comidita de cuando yo era chica, que estuvo guardada en lo de mi mamá y ahora usa ella. Me doy vuelta para el otro lado y le doy la espalda. Quiero dormir, por Dios, quiero dormir, quiero dormir hoy, mañana y pasado, quiero dormir toda la semana, quiero dormir un mes entero. La siento toquetear cosas, abrir y cerrar azucareras, pegar y despegar cucuruchos y bochitas de helado. Me doy vuelta y hago mi protesta. No es para ella, es un grito al cielo, un grito a la sociedad, un grito a la vida. “A veces me canso Julia, me canso de ser mamá, me canso de estar todo el día cuidando, atendiendo, mirando, jugando, me canso Julia, ¡¡A VECES ME CANSO DE SER MAMÁ TODO EL TIEMPO!!!!!” No la miro. Ella no me contesta, sigue jugando. Cierro los ojos y pienso. Bueno, me tengo que levantar. Empezar la rutina de todos los días. El pañal ya lo cambié, ahora hay que hacer el desayuno. Hacerle el matecocido con leche en su vasito de Doctora Juguetes, que tiene bombillita. Calentarle la tostada, porque ella desayuna tostadas como mamá. Darle una Okebón mientras preparo la bandeja para llevar al living. Porque no desayunamos en la mesa, desayunamos jugando. Mirando libritos, encastrando cosas. La imagino alcanzándome el libro del pingüino para que se lo cuente mientras me como la tostada. “Acá está el pingüino en la montaña, con el iglú. Acá está el pingüino con el muñeco de nieve. Acá está el pingüino con globos, volando por el cielo, ffffffffuuuuuu, vuela el pingüino, vuela así.” Me lo sé de memoria. Tiene 50 libros e irremediablemente siempre vuelve al del pingüino. Y sus caritas mientras le cuento, las mismas que le pongo yo todo el día, que ya aprendió a imitar. Cara de asombro, cara de contenta, cara de “¡bravo!”, cara de “ahí tá”.
Hay que empezar. De alguna forma hay que empezar. Porque no se suspende el ser mamá, nunca. No te podés tomar un día libre. Abro un ojo. Tiene un cucurucho en la mano y le está pegando la bochita de helado. Me mira. Despega la bochita y hace que come. Hace que come el cucurucho. Hace soniditos de masticar y todo, y pone la boquita en U, como que está comiendo. ¿Está jugando a comerse un cucurucho? ¿Cuándo aprendió eso? ¿Ya sabe comer comida de juguete? Pero si tiene un año y cuatro meses. Pero si hace nada más 10 días que le di esos juguetes y me vio comer de mentira toda esa comida. Nunca pensé que lo iba a aprender tan rápido. La sigo mirando y sigue haciendo que come el cucurucho, pega y despega la bochita, y come. Es tan linda. ¿Cómo tuve una hija tan linda? Tan hermosa, con esa boquita en U, haciendo que come. Se está comiendo un heladito. Es tan tierna. Tan buena. Tan mía.
“¿¿Ooooooh te estás comiendo el cucurucho???!!! ¡¡Muy bien!!!!” 
“¡¡¡Qué rico ese cucurucho!!! Ñom ñom ñom ñom, qué ricoooo.” 
“¿A ver, cómo come la nena? Esooooo, ¡¡excelente!!!!” 
“¿Vamos a hacer el desayuno, Julita? Dale, que tenemos que tomar el matecocido con leche, comer las tostadas, una galletita...”
Me mira y sonríe. Está contenta. Volvió mamá, la de siempre."

Gracias Analía por compartir este relato, tan verdadero y cotidiano.
Si sos mamá o papá y queres que se publique tu historia enviala a dulcecrianza@gmail.com